En 1982, desde Medellín, llegó Gladys Martínez a Girardota, necesitaba dinero parar sostener a su familia y se le ocurrió entregar estampitas con oraciones a las afueras del atrio de la Catedral del municipio con las que la gente pudiera darle un aporte voluntario, desde ese momento y hasta hoy, gracias al Señor Caído y a la devoción que le tiene, no le ha faltado la comida.
Comenzó viajando cada ocho días los fines de semana desde la capital de la montaña hasta Girardota, pero luego empezó a subir todos los días y por ello tomó la decisión de irse a vivir al municipio desde el año 1990, lo que hace que se considere una girardotana más.
Para los creyentes en Dios, Él se manifiesta en la vida de las personas de muchas maneras, a algunos les hace milagros, a otros les cumple deseos y a Gladys Martínez le ha dado para subsistir durante 41 años.
Martínez, que tiene 4 hijos, fue madre desde los 15 años y por eso vio la necesidad de trabajar para sacar adelante a su familia.
“Yo he levantado a mis hijos y a parte mis hermanos pequeños gracias a Dios y a los artículos religiosos”.
Gladys pasó de ofrecer estampitas a vender imágenes religiosas, veladoras, escapularios, entre otros en el Parque Principal de Girardota.
Durante más de 4 décadas esta mujer ha sido, además testiga de los milagros que el Señor Caído de Girardota le ha hecho a los que han llegado a sus pies con una súplica. Cuenta que para los temas de salud Él es infalible.
“Muchos vienen con la fe a pedir por sus problemas de salud y el Señor Caído no falla, también vienen muchas mujeres estériles y luego de pedirle vienen a pagar la promesa contándome que ya pueden tener familia”.
Según ella, la técnica es mirarle los ojos al Señor Caído porque Él no deja a nadie con ese auxilio que le está pidiendo.
«Un mensaje que tengo a los girardotanos es que tenemos un padre que nos cuida y nos protege que se llama el Señor Caído y somos unos bendecidos de tenerlo acá».