Detrás de Reinaldo Henao, un hombre que ha lustrado los zapatos de los girardotanos por más de 58 años, hay una historia digna de admirar, tiene 71 años y desde los 13 aprendió el oficio de lustrabotas y lo convirtió en parte de su vida.
Don Reinaldo es un hombre que se ha hecho a pulso, aprendió a lustrar zapatos observando a otros, cuando inició en el oficio betunero se ganaba 50 centavos, dice que en ese tiempo el trabajo era muy rentable y hacía muy buena plata. Además, para esa época todo mundo utilizaba zapatos y lo buscaban para prestar el servicio.
A pesar de que a los 27 inició a trabajar en una compañía, nunca abandonó el trabajo que tanto le ha dado, articuló sus dos empleos ya que no podía darse el lujo de trabajar en un solo lugar, pues tenía que llevarle de comer a sus siete hijos. Con sus dos empleo no solo logró hacer su casa, sino que también le pagó la universidad a sus hijos y hoy en día todos son profesionales.
Mientras realiza su trabajo cuenta que la gente de Girardota ha sido muy buena con él, también se siente agradecido con la vida y sobre todo con el Señor Caído, quien asegura le ha hecho milagros, «me ayudó a colocarme en las empresas hasta que me pensioné».
Entre todo lo que le ha tocado vivir, una de las anécdotas que más recuerda es cuando se encontró un paquetico con plata en una bolsa, «en ese momento la necesitaba para la licencia de construcción que estaba haciendo», dice.
Poner los zapatos brillantes es una costumbre que poco a poco se ha ido perdiendo, don Reinaldo asegura que, «las personas sólo usan tenis, la gente más antigua es la que lo busca a uno porque son los únicos que usan zapatos, la juventud de hoy en día son puro tenis».
A pesar de que este trabajo es uno de los más antiguos de la humanidad, don Reinaldo sabe que el oficio está amenazado, pero tiene claro que siempre habrá personas que necesiten de su servicio. Es por eso que a sus 71 años demuestra que aún tiene fuerza y a pesar de que es pensionado no ha pensado en retirarse de su ocupación, pues es lo que le ha dado de comer casi toda su vida y está siempre agradecido con eso, ya es parte de él y mientras pueda lo seguirá haciendo sin ningún problema.